Caficultura
Comprar café en cereza en lugar de pergamino es generalmente mucho más barato para comerciantes y tostadores. Dado el constante aumento de los precios del café, esta práctica podría generalizarse.
El 24 de agosto de 2024, Forbes informaba de que los futuros del Robusta en Londres, la referencia mundial de los precios, alcanzaron la cifra récord de US $4971/tonelada. Por su parte, los futuros del Arábica en Nueva York alcanzaron los US $2,49/lb, prácticamente su nivel más alto en décadas.
A medida que los precios han ido subiendo en los últimos años, algunos comerciantes y tostadores han abogado por que los productores vendan el café en cereza, argumentando las dificultades asociadas al procesamiento. Es una estrategia para ahorrar costos. Al comprar cerezas, los comerciantes pueden reducir sus gastos, ya que los productores tienen menos poder de negociación en esta fase de la producción. Además, las economías de escala que se consiguen procesando mayores volúmenes pueden reducir aún más los costos, lo que beneficia a comerciantes y tostadores al ofrecerles precios más bajos.
Se plantea entonces la pregunta de si comprar café en cereza es más bien una cuestión de facilitar la vida a los agricultores o de aprovecharse de su falta de infraestructura y recursos a costa de mantener los márgenes. La respuesta es que comprar café en cereza suele perjudicar a los productores, lo que genera varios problemas a largo plazo.
Además, la instalación aislada y hermética de operadores comerciales globales en países productores trae consigo evidentes desproporciones que distorsionan aún más las relaciones económicas en el complejo mercado local de aprovisionamiento de café como materia prima.
Cuando los productores transforman sus cerezas en pergamino añaden valor con su trabajo y sus habilidades, lo que les permite obtener precios más altos, especialmente por el café de mayor calidad. La venta en cereza, sin embargo, transfiere este valor añadido a los que lo procesan, quienes no suelen verse incentivados a compartirlo con los agricultores. No es casualidad que los caficultores más pobres sean a menudo los que venden en cereza.
Al no adquirir los conocimientos necesarios para procesar su propio café, los productores no tienen la capacidad de mejorar la calidad y transmitir sus conocimientos a las generaciones más jóvenes. Además, vender un producto indiferenciado hace que su valor se determine una vez sale de las manos de los agricultores, con lo que pierden la oportunidad de conseguir precios más altos.
Los comerciantes corren el riesgo de “mercantilizar” los cafés especiales. Es más difícil mantener la trazabilidad cuando los cafés se procesan en un beneficiadero centralizado y hay más riesgo de que entren en la cadena de suministro cafés de menor calidad, ya que se mezclan diferentes lotes.
Cuando una empresa se instala en origen, lo recomendable sería tener operaciones en cada parte de la cadena de valor en la que se trabaja. Esto es importante para tener un entendimiento básico de las necesidades de cada involucrado. Sobre todo, para entender la cultura y las situaciones específicas que determinan la operación en la región.
Comprar en cereza es generalmente más barato, por lo que puede ser una forma eficaz de mitigar momentáneamente los altos precios del café, pero a largo plazo no añade valor. Para comerciantes y tostadores es más conveniente asegurar los precios con antelación, de modo que puedan gestionar las existencias con mayor eficacia.
En algunos países productores, sin embargo, parece existir la posibilidad de que los productores retengan valor vendiendo en cereza. Siempre habrá un riesgo, pero si disponen de la capacidad necesaria, esto podría ayudar a estandarizar la calidad del café.
Fuente: Perfect Daily Grind