lunes, 20 de julio de 2020

Afirmar que el aceite de coco es peor para la biodiversidad que el aceite de palma provoca un debate furioso

          

Por Dyna Rochmyaningsih 
El aceite de palma tiene mala reputación, pero ¿es peor el aceite de coco? Un nuevo estudio argumenta que la producción de coco representa una amenaza para la biodiversidad, incluidos vertebrados, artrópodos, moluscos y plantas, cinco veces mayor que el aceite de palma. Pero el documento, publicado el 6 de julio en Current Biology, ha desencadenado un feroz debate en las redes sociales, donde los críticos han acusado a los autores de promover estadísticas dudosas y un intento de blanquear el aceite de palma.

"Estimadas empresas madereras, si alguna vez necesitan justificar sus actividades destructivas y extractivas (ilegales) en la Amazonía + Sudeste Asiático, o la protección contra las ONG de conservación de la naturaleza [organizaciones no gubernamentales] o acciones legales, consulte el siguiente documento en @CurrentBiology, El primatólogo Adriano Lameira, de la Universidad de Warwick, escribió en uno de varios tuits sarcásticos sobre el periódico.

Unos 12,3 millones de hectáreas de tierra se utilizan para cultivar cocoteros, en comparación con 18,9 millones para la palma aceitera. Pero el aceite de coco, utilizado en una variedad de alimentos y productos cosméticos, y popular por sus supuestos beneficios para la salud, goza de una reputación mucho mejor, dice el autor principal Erik Meijaard, quien dirige Borneo Futures, una empresa de consultoría con sede en Brunei, y preside el Palm Grupo de trabajo sobre petróleo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Los consumidores lo asocian más con islas tropicales y playas de arena blanca que con la deforestación vinculada a la plantación de palmerales.

Eso no es merecido, Meijaard y otros escriben en su "correspondencia" de dos páginas. Los autores calcularon el número de especies amenazadas por el cultivo de siete cultivos de aceite vegetal, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN, y las dividieron por la producción mundial de aceite para cada cultivo. El coco amenaza a 20.3 especies por cada millón de toneladas de petróleo producido, informan. Para el aceite de oliva y el aceite de palma, esos números son 4.1 y 3.8 especies respectivamente; para el aceite de girasol, es 0.05.

Según la información complementaria del documento, el número de aceite de coco es en realidad 18.3, no 20.3; Cuando Science preguntó sobre la discrepancia, el coautor Jesse Abrams de la Universidad de Exeter reconoció que el cálculo contiene un error que los autores pedirían a la revista que corrija.

Pero 18.3 sigue siendo un número muy alto. "El resultado de nuestro estudio fue una sorpresa", dice Meijaard. La razón es que los cocos se cultivan principalmente en islas tropicales, "muchos de los cuales poseen un número notable de especies que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo", dice. De hecho, algunas especies ya se han extinguido porque su hábitat dio paso a la palma de coco, señala Meijaard, incluyendo el ojo blanco Marianne (Zosterops semiflavus), un pájaro en las Seychelles y el zorro volador Ontong Java (Pteropus howensis) del Islas Salomón, que fue visto por última vez en 1945. Hoy en día, las plantaciones de coco amenazan al venado balabac (Tragulus nigricans), endémico de tres pequeñas islas en Filipinas, y al tarsero Sangihe (Tarsius sangirensis), un pequeño primate endémico de la isla indonesia. de Sangihe, según la evaluación de la UICN.

Los autores dicen que la percepción de los impactos ambientales de los diferentes cultivos oleaginosos "a menudo parece estar afectada por la miopía y el doble rasero". Hay poca atención por los millones de pájaros cantores supuestamente muertos durante las cosechas de aceite de oliva en España, por ejemplo.
Pero otros dicen que el estudio pinta una imagen engañosa. La gran mayoría de las especies amenazadas por la palma de coco viven en pequeñas naciones isleñas que juntas producen solo el 8% de la producción mundial de aceite de coco, dice Meine van Noordwijk, investigadora principal del Centro Mundial de Agroforestería. Casi el 80% del aceite de coco proviene de Indonesia, Filipinas e India. Excluir a los pequeños productores del análisis arrojaría un número muy diferente, dice Van Noordwijk. También señala que las palmas de coco a menudo se plantan junto con otros cultivos, por lo que es difícil detectar el daño del cultivo. Sheherazade, un biólogo de campo que dirige Tambora Muda Indonesia, una organización para jóvenes conservacionistas indonesios, está de acuerdo. "Necesitamos un análisis espacial más fino para discernir qué cultivo impulsa la deforestación", dice ella.

Sheherazade señala que la imagen es casi exactamente lo contrario juzgado por una métrica diferente, más comúnmente utilizada: el aceite de palma amenaza 17 especies por millón de hectáreas de cultivo, en comparación con 5.3 para el aceite de coco. Pero Meijaard dice que cuantificar el riesgo de especie por millón de toneladas de petróleo es más relevante que por hectárea, porque la demanda del consumidor determina el negocio.

Otros críticos discrepan con diferentes aspectos del estudio: en términos absolutos, el aceite de palma amenaza cinco veces más especies que el aceite de coco, según la UICN (321 versus 66), y la producción de aceite de palma está creciendo mucho más rápido. "Al menos en Kalimantan, donde las gigantescas plantaciones de palmoil de 10,000 hectáreas están talladas salvajemente en la selva virgen, los jardines de coco tienden a ser operaciones familiares de 10-20 ha [hectáreas]", tuiteó Biruté Galdikas, un primatólogo de la Fundación Orangutan.

Algunos críticos también señalaron un posible conflicto de intereses: Meijaard recibió fondos de una empresa indonesia de aceite de palma y de la Mesa Redonda para el Aceite de Palma Sostenible, un gran grupo de múltiples partes interesadas que busca hacer que la industria sea más respetuosa con el medio ambiente.

El coautor Douglas Sheil, profesor de conservación tropical en la Universidad Noruega de Ciencias de la Vida, dice que los autores no buscaron vilipendiar los cocos, sino que quisieron permitir a los consumidores hacer mejores juicios sobre qué aceites vegetales comprar. "Los consumidores carecen de orientación objetiva sobre los impactos ambientales de la producción de cultivos, lo que socava su capacidad para tomar decisiones informadas", dice Sheil. El coco es visto como un cultivo inocente porque "los consumidores globales dependen en gran medida de la información que reciben de los medios, que a menudo es provista por aquellos con intereses creados". En cuanto a los propios intereses de los autores, Meijaard ha sido transparente sobre su financiación, y "es una defensa perezosa decir que cualquiera que trabaje con una compañía no es confiable para siempre", dice Sheil.

Los autores coinciden en que los datos en el documento no son perfectos. "Queríamos crear conciencia con esta pieza y utilizarla como una llamada para obtener más datos e investigación", dice Abrams, quien señala que faltan datos sobre el impacto ambiental de muchos cultivos de hortalizas. “Sabemos mucho sobre la palma aceitera. ¿Por qué hay tal sesgo? Meijaard pregunta.

Pero Sheherazade dice que le preocupa que el papel se use para socavar el activismo ambiental contra la práctica insostenible de la palma aceitera en Indonesia, especialmente ahora que están surgiendo nuevas plantaciones en los bosques vírgenes de Papua. "La palma aceitera sigue siendo una gran amenaza para la biodiversidad", dice ella. "El debate de la palma está muy polarizado, se necesita un cuidado adicional para evitar la creación de nuevos mitos", agrega Van Noordwijk.

Articulo Original en Science

sábado, 18 de julio de 2020

La Alacena Roja: El otro cambio...somos nosotros


Portada de La Alacena Roja

Hoy quiero hacerme eco del Editorial que publica La Alacena Roja sobre los nuevos tiempos en que ha de desenvolverse la Gastronomía, y mas específicamente en lo que llaman la Gastronomía Social. Comparto plenamente el contenido del Editorial, y es por ello por lo que lo reproduzco íntegramente -con el permiso concedido por sus Editores- para ayudar a que alcance la máxima difusión.

El otro cambio...somos nosotros

Desde estas páginas donde nos reencontramos cada dos meses no quisimos hacer del dolor y las pérdidas una cuestión de información u opinión, ya mucho se ha hablado y se hablará en todos los medios generalistas de esta pesadilla llamada Covid-19. Nosotros preferimos observar otros matices de esta nueva realidad que nos encontramos sin querer, pero ante la cual tampoco podemos mirar para otro lado porque estamos convencidos que transitamos hacia tiempos nuevos, impensados, diferentes...Otra historia donde cada cual cuenta menos que todos. Quien quiera oír que oiga.

Para aquellos necios (que son los menos pero que aún quedan), esos que mastican blasfemias contra los profesionales de la gastronomía gallega y española; esos encantadores de serpientes que gustan sentarse a la mesa disfrazados de expertos gastronómicos con el fin de encontrar el desliz de un cocinero o para hacer daño criticando un estilo de cocina o la elaboración de un plato. Allá ellos, el regodeo de creerse superior poco tiene que ver con la humildad del que, aun sabiendo, siempre aprende y agradece la buena intención de quien nos alimenta con sus manos y sus conocimientos.

Ese mismo cocinero que intenta hacer feliz al comensal, el otro que busca nuevos productos, sabores, elaboraciones y el que rescata lo mucho y bueno de antaño y lo recicla en texturas y presentaciones vanguardistas..., todos ellos no negocian ni con los alimentos que nos ofrecen ni con el protagonismo insulso donde aún gustan situarse unos pocos.

Estamos entrando en nuevos tiempos , un retrato en el cual, visto en el futuro reconoceremos que en él nos faltan muchas caras conocidas de cocineros, las de aquellos que no pudieron ser capaces de revertir lo inevitable, donde solo tirando de corazón y puro sacrificio personal no basta para levantar la persiana y tunearse en algo distinto. Muchos de ellos quedarán en el camino, confiamos también que serán los menos. Pero ¿y los que pueden y deciden jugárselo todo y continuar? Pues muchos de ellos han decidido dar otro nuevo paso al frente, apostar por ser mejores ante una realidad peor. Ya son muchos menos los que dudan o deambulan sin rumbo fijo; no son épocas de planear grandes viajes, ellos lo saben y por eso prefieren la sensación de recoger con sus manos los productos de la huerta. Pero además casi todos lograron ver más allá observando claramente lo que falta, las carencias; y por supuesto lo que sobra, esas caras de ningún lugar. Como un cuento de hadas explosionó en casi todo el mundo eso que se llama gastronomía social, un movimiento mundial que nació hace décadas pero con escasa implicación, hasta hoy, por parte de la gran mayoría de los profesionales de la cocina. La responsabilidad de cuidar los recursos de las materias primas en las elaboraciones asumiendo el consumo que ello implica en la producción de alimentos. Ésta es la definición de un nuevo modelo donde el fin gastronómico de los cocineros no solo concluye en los restaurantes sino también en lugares con personas en situación de vulnerabilidad. Nombres propios en el mundo y en Galicia podrían ahora citarse varios, pero quizá el más ilustrativo sea el del cocinero asturiano José Andrés (de reciente paso por estas tierras), auténtico influencer en EE.UU. y paladín de las causas sociales que se identifican con al hambre y no con los países. “Vivimos en una emergencia alimentaria” es su frase preferida en estos tiempos.

Esta cocina social es, sin duda, el cambió más notable que se está produciendo en el sector de la restauración. Nos alegramos y bienvenida sea. Pero ahora nos preguntamos: Y nosotros, los consumidores, ¿que aportamos? Quizá sea momento también de detenernos un instante para ver si el traje que vestimos tiene algo más que indolencia, glamour y postureo.

El otro cambio...,somos nosotros.

martes, 7 de julio de 2020

Un Restaurante: El Restaurante del Gran Hotel Sanxenxo. Un plato: sus arroces



Si en algún lugar de Galicia se puede disfrutar de la vida con los cinco sentidos a la vez, es en el Restaurante del Gran Hotel Sanxenxo. La vista se recreará continuamente al contemplar la amplia panorámica de la playa de Silgar, de Sanxenxo y de la Ría de Pontevedra que se ve desde la terraza, pero antes habrá que reservar una de las mesas de la primera fila. 


Una vez sentados a la mesa,  el oido se detendrá en el silencio solo alterado por el piar de los pájaros. El olfato y el gusto encontrarán aromas de la naturaleza y marinos, olores de los sabrosos platos que vamos a degustar y estos, junto con el tacto, se recrearán con los sabores y texturas al degustar los platos solicitados, y especialmente los arroces que son especialidad de la casa y que el Chef borda. 


Desde la presentación a  la vista de los comensales del arroz en su paellera y los aromas que de esta provienen,  su desmontaje, la mezcla y hasta que se sirven los platos e introducimos el primer bocado para disfrutar de su sabor y el punto del arroz "al dente", sin cerrar los ojos, porque entonces no veremos la Ría, es un momento para el recuerdo y el disfrute tan necesarios, toda vez que abandonado el disfrute sensorial por culpa del confinamiento, estábamos todos necesitados de recuperar nuestra capacidad de sentir. Si, el Restaurante del Gran Hotel Sanxenxo es un punto del paraíso universal.


Su carta es de cocina regional y tradicional, en la que además de los arroces, destacan los pescados y mariscos. Una buena bodega, con especial selección de los vinos gallegos de todas las DOP regionales y con precios ajustados completan el marco para una buena comida.
El servicio es muy atento y profesional , y las medidas de higiene y seguridad son las adecuadas para estos tiempos.

viernes, 29 de mayo de 2020

Should you fly yet? An epidemiologist and an exposure scientist walk you through the decision process


Passengers onboard an American Airlines flight to Charlotte, North Carolina, from San Diego, California. Sandy Huffaker/Getty Images
Kacey Ernst, University of Arizona y Paloma Beamer, University of Arizona
We don’t know about you, but we’re ready to travel. And that typically means flying.
We have been thinking through this issue as moms and as an exposure scientist and infectious disease epidemiologist. While we’ve decided personally that we’re not going to fly right now, we will walk you through our thought process on what to consider and how to minimize your risks.

Why the fear of flying?

The primary concern with flying – or traveling by bus or train – is sitting within six feet of an infected person. Remember: Even asymptomatic people can transmit. Your risk of infection directly corresponds to your dose of exposure, which is determined by your duration of time exposed and the amount of virus-contaminated droplets in the air.
A secondary concern is contact with contaminated surfaces. When an infected person contaminates a shared armrest, airport restroom handle, seat tray or other item, the virus can survive for hours though it degrades over time. If you touch that surface and then touch your mouth or nose, you put yourself at risk of infection.

Before you book, think

While there is no way to make air travel 100% safe, there are ways to make it safer. It’s important to think through the particulars for each trip.
One approach to your decision-making is to use what occupational health experts call the hierarchy of controls. This approach does two things. It focuses on strategies to control exposures close to the source. Second, it minimizes how much you have to rely on individual human behavior to control exposure. It’s important to remember you may be infectious and everyone around you may also be infectious.
The best way to control exposure is to eliminate the hazard. Since we cannot eliminate the new coronavirus, ask yourself if you can eliminate the trip. Think extra hard if you are older or have preexisting conditions, or if you are going to visit someone in that position.
If you are healthy and those you visit are healthy, think about ways to substitute the hazard. Is it possible to drive? This would allow you to have more control over minimizing your exposures, particularly if the distance is less than a day of travel.

You’re going, now what?

If you choose to fly, check out airlines’ policies on seating and boarding. Some are minimizing capacity and spacing passengers by not using middle seats and having empty rows. Others are boarding from the back of the plane. Some that were criticized for filling their planes to capacity have announced plans to allow customers to cancel their flights if the flight goes over 70% passenger seating capacity.
Federal and state guidance is changing constantly, so make sure you look up the most recent guidance from government agencies and the airlines and airport you are using for additional advice, and current policies or restrictions.
While this may sound counterintuitive, consider booking multiple, shorter flights. This will decrease the likelihood of having to use the lavatory and the duration of exposure to an infectious person on the plane.
After you book, select a window seat if possible. If you consider the six-foot radius circle around you, having a wall on one side would directly reduce the number of people you are exposed to during the flight in half, not to mention all the people going up and down the aisle.
Also, check out your airline to see their engineering controls that are designed or put into practice to isolate hazards. These include ventilation systems, on-board barriers and electrostatic disinfectant sprays on flights.
When the ventilation system on planes is operating, planes have a very high ratio of outside fresh air to recirculated air – about 10 times higher than most commercial buildings. Plus, most planes’ ventilation systems have HEPA filters. These are at least 99.9% effective at removing particles that are 0.3 microns in diameter and more efficient at removing both smaller and larger particles.

A passenger at Pittsburgh International Airport travels through security on May 7, 2020. Jeff Swensen/Getty Images

How to be safe from shuttle to seat

From checking in, to going through security to boarding, you will be touching many surfaces. To minimize risk:
  • Bring hand wipes to disinfect surfaces such as your seat belt and your personal belongings, like your passport. If you cannot find hand wipes, bring a small washcloth soaked in a bleach solution in a zip bag. This would probably freak TSA out less than your personal spray bottle, and viruses are not likely to grow on a cloth with a bleach solution. But remember: More bleach is not better and can be unsafe. You only need one tablespoon in four cups of water to be effective.
  • Bring plastic zip bags for personal items that others may handle, such as your ID. Bring extra bags so you can put these things in a new bag after you get the chance to disinfect them.
  • Wash your hands or use hand sanitizer as often as you can. While soap and water is most effective, hand sanitizer is helpful after you wash to get any parts you may have missed.
  • Once you get to your window seat, stay put.
  • Wear a mask. If you already have an N95 respirator, consider using it but others can also provide protection. We do not recommend purchasing N95 until health care workers have an adequate supply. Technically, it should also be tested to make sure you have a good fit. We do not recommend the use of gloves, as that can lead to a false sense of security and has been associated with reduced hand hygiene practices.
If you are thinking about flying with kids, there are special considerations. Getting a young child to adhere to wearing a mask and maintaining good hygiene behaviors at home is hard enough; it may be impossible to do so when flying. Children under 2 should not wear a mask.
Each day, we are all constantly faced with decisions about our own personal comfort with risk. Arming yourself with specific knowledge about your airport and airline, and maximizing your use of protective measures that you have control over, can reduce your risk. A good analogy might be that every time you get in the car to drive somewhere there is risk of an accident, but there is a big difference between driving the speed limit with your seat belt on and driving blindfolded, 60 miles an hour through the middle of town.

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Kacey Ernst, Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics, University of Arizona y Paloma Beamer, Associate Professor of Environmental Health Sciences, University of Arizona
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

miércoles, 27 de mayo de 2020

Por qué urge un ecosistema innovador para reflotar el turismo tras la pandemia


PhotonCatcher / Shutterstock
María Jesús Such Devesa, Universidad de Alcalá; Ana B. Ramon Rodriguez, Universidad de Alicante y Luis Moreno-Izquierdo, Universidad de Alicante
La crisis existencial que vive la industria turística, en pleno debate sobre la “necesaria reindustrialización” y el correspondiente fortalecimiento de la actividad industrial en un país donde el turismo es soporte tradicional de su economía como España, obliga a pensar en cómo incorporar innovación de vanguardia a todos los procesos turísticos si se quiere mantener el liderazgo mundial en competitividad del sector tal y como acredita el WEF.
La relación entre crecimiento económico y los avances tecnológicos es una evidencia incuestionable. Sin embargo, no todos los saltos tecnológicos tienen las mismas implicaciones. Las olas de Kondratieff evidencian que con cada nuevo paradigma el impacto de la innovación es superior al anterior. El motivo: la retroalimentación de las olas tecnológicas, que provocan que cada vez la marea de la disrupción alcance cada vez cotas más elevadas.


Por este motivo hemos llegado a un punto en el que la tecnología es, por sí misma y desde hace unas décadas, el sector económico más importante del planeta. El motivo es que su capacidad de transformación sectorial es mucho más elevada que el que tuvieron otras revoluciones como la máquina de vapor o la electricidad.
La información y los datos, el combustible de las dos últimas revoluciones industriales, alimentan el crecimiento de cualquier industria, de las más tradicionales a las más avanzadas. Y con ello se abre un mundo de posibilidades de innovación al alcance de casi cualquier empresa, de las más grandes a las más pequeñas, con herramientas disponibles para mejorar sus resultados.

El círculo vicioso de la industria turística

Esta espiral de cambios tecnológicos puesta al servicio del turismo podría ser garantía para el mantenimiento en el tiempo del liderazgo español en competitividad turística mundial. Tal grado de competitividad se ha alcanzado por unos servicios de alto nivel, con precios que hacen atractiva la llegada de pasajeros, inversiones privadas y públicas en recursos avanzados, con políticas bien dirigidas a explotar los beneficios de la industria turística, muchos y buenos proyectos liderados por PYMES.
Una realidad que va mucho más allá de la negativa imagen de turismo sobrecargado y de construcción especulativa que tanto se publicita. Una realidad que debe transitar hacia la sostenibilidad en todas sus dimensiones.
Sin embargo, no es menos cierto que en España existe una evidente carencia en la adaptación de los servicios turísticos a esquemas innovadores y a las nuevas posibilidades tecnológicas.
Las últimas encuestas de innovación realizadas en España inciden en un cierto desinterés por adaptarse a los cambios por parte de los sectores más relacionados con los servicios turísticos. Se trata de un círculo vicioso, un verdadero estigma para una actividad de tanta importancia.


La pregunta es ¿ocurre este hecho únicamente en el turismo? ¿O en España? A decir verdad, Europa en su totalidad está mostrando una peor adaptación a la era de la inteligencia artificial que otras potencias económicas, especialmente las asiáticas. Una menor inversión en I+D+i, menos empresas digitales, normativas que frenan el desarrollo de algoritmos… Pero tampoco podemos negar que España y el sector turístico estarían en las últimas posiciones en esfuerzo inversor.
Una estructura empresarial demasiado familiar y muy dependiente de las PYMEs, y una tradicional falta de impulso al sector de alta tecnología, que podría hibridar con las empresas turísticas, tienen la culpa.

Seguro de vida frente a la crisis

Cierto es que el turismo es mucho más que tecnología. Las ventajas comparativas derivadas de su situación geográfica, así como otros elementos que diferencian a España como su estilo de vida, su exquisita restauración o los criterios de calidad que se ha autoimpuesto parecen un seguro de vida frente a crisis como la COVID-19.
El turismo siempre resurge. Pero las preferencias de la demanda y la rentabilidad empresarial sufren profundos cambios.
Las empresas tecnológicas retienen cada vez una mayor parte del gasto turístico, limitando los ingresos de las empresas en los destinos. Durante años hemos visto cómo las empresas de distribución turística españolas perdían peso en detrimento de Booking y similares. Desde hace años es Airbnb la que se ha convertido en una amenaza incesante para los hoteles tradicionales.
Y pronto Uber y otras parecidas tomarán parte del pastel del gasto turístico destinado a movimiento interurbano, todavía limitado por normativas que pueden dar cobertura a otras modalidades de transporte urbano frente a los vehículos compartidos. Los efectos de la falta de innovación turística en España no se limitan por tanto a una pérdida de competitividad de sus empresas en el extranjero, sino que también limitan los efectos en el destino.
¿Cómo puede casar esta pérdida de ingresos y protagonismo global del sector español con el liderazgo competitivo turístico? ¿Acaso es más importante la política de atracción turística que la apuesta por sectores innovadores que, a la larga, terminarán reinventando el sector, como ha ocurrido con las mencionadas Booking o Airbnb?

Se imponen medidas de digitalización en todo el sector

Si España quiere mantener su competitividad turística, una competitividad palpable y no la que muestran ciertos índices, debería planear de forma urgente medidas de digitalización de todos sus sectores. Pensemos únicamente en las mejoras que se derivan de los “destinos inteligentes” para el sector.
Y no hablamos de destinos en los que se implanta una red wifi en mitad de una playa o se instalan aplicaciones residuales para encontrar aparcamiento, sino de “verdaderos” destinos inteligentes, basados en el internet de las cosas, en el big data, en paneles de mando donde se interactúe en base a las necesidades de la ciudad en cada momento determinado.
Se han producido suficientes avances tecnológicos y en inteligencia turística como para quedarnos atónitos. Pero para su desarrollo e implantación solo hay dos alternativas: contar con un ecosistema innovador de soporte (empresas especializadas en IA y el resto de tecnologías disruptoras), o hipotecarnos con terceros países en la compra y aplicación de su tecnología.
La inversión turística en España (aeropuertos, infraestructuras diversas, renovación de destinos) ha sido muy fuerte durante años, y parte de la tecnología instalada todavía está a medio camino de ser usada. Y para ello se requiere una mayor explotación de datos, facilitar el emprendimiento en innovación turística, incrementar la relación entre la universidad y las empresas…

Empresas turísticas nacidas en la nueva era digital

Pero el verdadero salto vendrá cuando seamos capaces de dotar a un sector tradicional como el turismo de empresas verdaderamente disruptoras nacidas en ecosistemas digitales donde exista acceso a financiación y un capital humano preparado para encontrar y aprovechar las oportunidades de mercado, también en el sector turístico.
Estas empresas serán las responsables de impulsar la reingeniería de procesos en las empresas turísticas en la nueva era de la inteligencia artificial, y de mejorar la eficiencia de la Administración Pública, que pide a gritos cambios hacia un sistema menos burocratizado y sin tanta intermediación, en el que las tecnologías de contabilidad distribuida serán claves.
El sector turístico no es menos innovador que el sector del automóvil, por ejemplo. Pero sí invierte menos en su digitalización que otras industrias. Esto representa una oportunidad única para un país como España, que puede elevar sus cotas competitivas si sigue apostando por investigar e incorporar conocimiento avanzado, innovación y tecnología a las iniciativas turísticas, a sus empresas e instituciones.
Es la hora de crear ese entorno innovador de iniciativas apoyadas en startups, y generar el ecosistema travel tech, con la Administración jugando un papel fundamental en este proceso transformador.
En definitiva, un modelo turístico sostenible, basado en el conocimiento, en el que las tecnologías de vanguardia son el complemento esencial para mejorar la gestión empresarial, la competitividad de los destinos y el bienestar de turistas y residentes.The Conversation
María Jesús Such Devesa, Profesora Titular de Universidad en el área de Economía Aplicada, Universidad de Alcalá; Ana B. Ramon Rodriguez, Profesora titular en el Departamento de Análisis Económico, Universidad de Alicante y Luis Moreno-Izquierdo, Adjunct professor, Universidad de Alicante
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

martes, 12 de mayo de 2020

Comemos con los ojos. ¿Elegiría un restaurante por las fotos de sus platos?

Comemos con los ojos: ¿elegiría un restaurante por las fotos de sus platos?


Helena Lopes/Pexels
Beatriz Remeseiro, Universidad de Oviedo; Jorge Díez Peláez, Universidad de Oviedo y Oscar Luaces Rodríguez, Universidad de Oviedo
Desde que comenzó el confinamiento, y aún más con la apertura de algunos negocios en la desescalada, hacemos muchas de nuestras compras por internet. Los principales portales web de comercio electrónico ofrecen millones de productos a los consumidores, una gran variedad que hace difícil decidir cuál es la mejor opción. Esta situación también afecta a otros portales de búsqueda de información o entretenimiento.
En la mayoría de estas plataformas, los usuarios pueden subir sus valoraciones de diferentes productos. En general, estas valoraciones incluyen uno o varios de los siguientes aspectos:
  • Una calificación, típicamente mediante estrellas en una escala de 1 a 5 o un simple “me gusta” o “no me gusta”.
  • Una opinión en formato texto.
  • Una o más fotografías del producto.
En este contexto, los sistemas de recomendación proporcionan sugerencias que resultan atractivas a los consumidores. Para ello procesan toda la información disponible, tanto de productos como de usuarios. Las sugerencias pueden ser de dos tipos:
  • Recomendaciones generales. Basadas en la popularidad de los productos.
  • Recomendaciones personalizadas. Basadas en los gustos de los usuarios.
En el primer caso, estas plataformas se limitan a mostrar el promedio de las calificaciones recibidas por un artículo. Es decir, podemos verlas como simples escaparates que muestran la información recopilada.

Una imagen vale más que mil palabras

Aunque los sistemas de recomendación pueden utilizar textos y calificaciones, en este artículo vamos a centrarnos en las imágenes tomadas por los usuarios. Explotando el dicho popular “una imagen vale más que mil palabras”, algunas plataformas populares como YouTube o Netflix ya han incorporado información visual a sus sistemas de recomendación.
YouTube incluye uno de los mayores y más sofisticados sistemas de recomendación. Su enfoque consiste en utilizar el historial de actividad para generar una lista de vídeos candidatos. Finalmente, estos vídeos se ordenan de mayor a menor interés para el usuario, formando así un ranking de recomendaciones.
Las recomendaciones de Netflix, que opera en España desde 2015 emitiendo series tan populares como Stranger Things o La Casa de Papel, incluyen un fotograma de la película o la serie a modo de portada que ha sido cuidadosamente elegido. Para ello utilizan la información disponible de películas y usuarios. Tanto la imagen de portada como la recomendación son personalizadas con la idea de convencer al usuario para que vea una determinada serie o película.

Sistemas de recomendación para restaurantes

TripAdvisor es una plataforma de recomendación muy popular en el sector del turismo. Sus usuarios suelen subir valoraciones sobre restaurantes y hoteles. Esas valoraciones incluyen calificaciones, reseñas de texto y fotografías.
Esta web se limita a mostrar los establecimientos ordenados por su popularidad, sin ningún tipo de adaptación a cada usuario. Sus esfuerzos se han centrado en mejorar la experiencia de los usuarios, seleccionando las imágenes más atractivas de cada establecimiento, pero no de manera personalizada.
En una reciente investigación del Centro de Inteligencia Artificial de la Universidad de Oviedo hemos demostrado que es posible utilizar los datos de TripAdvisor para proporcionar recomendaciones personalizadas. Utilizando técnicas de deep learning, hemos construido un sistema capaz de predecir la fotografía que sacaría un cliente si fuera a un restaurante.
La idea consiste en aplicar un algoritmo que aprende los gustos de cada usuario a partir de las fotografías de los restaurantes que ha visitado. El proceso de aprendizaje contrapone sus fotografías a las de otros usuarios. El objetivo es que el algoritmo extraiga los gustos de cada persona, que se reflejan de forma implícita en sus fotografías.
Una vez completada esta fase, se puede presentar al sistema un usuario y el conjunto de fotografías de un restaurante. El sistema será capaz de decidir cuál es la fotografía que probablemente tomaría ese usuario en función de sus gustos. De esta manera podemos utilizar esa imagen como fotografía de portada del restaurante cuando el usuario visualice su información.
Este método también se puede utilizar como sistema de recomendación si el conjunto de imágenes que se le presenta corresponde a diferentes restaurantes. En este sentido, otro aspecto fundamental de la investigación es la capacidad que tiene el sistema para explicar su recomendación. La idea es que la imagen seleccionada por el algoritmo se puede entender como “te recomiendo ir a este restaurante porque te encontrarás algo como lo que ves en esta imagen”. Esta capacidad de explicar la recomendación consigue que el usuario adquiera confianza en el sistema.The Conversation
Beatriz Remeseiro, Profesora ayudante doctora de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial, Universidad de Oviedo; Jorge Díez Peláez, Profesor titular de universidad de Ciencia de la Computación e Inteligencia Artificial, Universidad de Oviedo y Oscar Luaces Rodríguez, Profesor titular de universidad de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial, Universidad de Oviedo
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Turismo: colaboración entre competidores en tiempos de crisis


Suzyanne16 / Shutterstock
Rosa M. Batista Canino, Universidad De Las Palmas de Gran Canaria y Adriana Fumi Chim Miki, Universidade Federal de Campina Grande - UFCG
El siglo XX fue testigo de la consolidación como fuente de riqueza del turismo, un sector que, a priori, no parecía que tendría la fuerza y la trascendencia de los de carácter industrial.
En la actualidad, el sector turístico español es un referente internacional: España recibe más de 80 millones de turistas al año y goza de una posición consolidada en cuanto a competitividad. Y, en términos económicos, aporta más del 12% al empleo y al PIB nacional.
Sin embargo, el comienzo del nuevo milenio ha sido convulso para el sector. Y España, donde el turismo es un sector clave para el crecimiento, innovación y competitividad de su economía, ha sufrido en primera línea este cambio de tendencia.
Además, en el último lustro han surgido voces críticas al turismo, que obligan a reexaminarlo desde nuevas perspectivas.

Un sector, muchos participantes

Agencias de viaje, turoperadores, plataformas B2C, medios de transporte, operadores logísticos, alojamiento, ocio, restauración… son muchos los subsectores que integran el sector turístico. Es, pues, un sector complejo y fragmentado, en el que numerosas empresas interrelacionan sus procesos productivos.
Todos estos participantes pugnan por conseguir una parte del presupuesto que el turista asigna a su estancia. Aunque transporte y alojamiento acaparan la mayor parte del gasto, la oferta en destino también busca atraer al visitante.
Así, también la población residente es cocreadora, directa o indirectamente, del servicio que se presta al turista y de la imagen y las sensaciones que se lleva del lugar.

Pugnas en turismo

Esta competencia no siempre viene acompañada de la complicidad y del entendimiento que deben sustentar la estrategia de cualquier territorio que aspire a convertirse en destino turístico.
Lo primero es conjugar los intereses de todos los participantes, aunque luego compitan para obtener la mejor porción del gasto del turista.
Ya que el ecosistema turístico necesita de un alto grado de cooperación entre los actores implicados, será la estrategia coopetitiva la que mejores logros revierta a los agentes que desarrollan el destino.
La coopetición es la colaboración interesada entre diferentes actores económicos que son, además, competidores. Normalmente se basa en la colaboración público-privada. Son interesantes referentes en este sentido algunos destinos latinoamericanos como:
En Europa, el trabajo conjunto en las áreas de influencia de los parques temáticos Mirabilandia en la región italiana de Emilia Romagna, Italia, y Santa Claus Village, en la Laponia finlandesa, o en el Camino de Santiago, en España, demuestran que la coopetición es posible y deseable, y que solo se necesita voluntad para desarrollarla.
Establecer una visión compartida y un objetivo común para el enclave turístico, que procure un desarrollo más equilibrado, es el comportamiento idóneo para afrontar las crisis.

Piedras en el camino

Con la irrupción de las viviendas de alquiler vacacional y el aumento de la presión turística en espacios urbanos, a partir de 2015 surgió en algunas ciudades, el Tourist, Go Home, un movimiento que cuestiona al sector y su papel dinamizador de los destinos. Revertir esta situación ha requerido grandes dosis de creatividad colectiva en los destinos más castigados por esa oleada crítica.
Esa misma creatividad será necesaria para afrontar la crisis generada por la COVID-19, pues restablecerse como destino desde el “cero económico” al que se ha sometido al sector con el Tourist, Stay Home, requerirá de un tiempo y un trabajo en equipo sin precedentes.
Para superar una crisis se requiere una estrategia basada en el fortalecimiento de las relaciones entre competidores: los que rivalizan por el gasto turístico ahora deben cooperar para restablecer la confianza del turista, para luego competir por el interés del turista en el destino.
Esta estrategia, que requiere cooperar y competir a la vez, debe marcar la senda de la recuperación en esta nueva crisis, al igual que lo fue cuando la turismofobia.
Ahora bien, debe darse con el equilibrio necesario para que un tipo de relación no fagocite a la otra generando desconfianza. Y es que una delgada línea separa los “juegos de suma positiva”, en el que todos los participantes ganan, de los “de suma 0”, en los que solo unos pocos se benefician de la estrategia de todo un sector.

Coopetición para recuperar mercado

La confianza mutua, el pensamiento colectivo y la cocreación de valor, además de unos objetivos compartidos, son la base para un renovado desarrollo turístico post COVID-19.
Estas son algunas de las claves para que la estrategia coopetitiva consiga su curso deseable:
  1. Configurar la dirección del destino como si se tratara de una gran empresa.
  2. Establecer un proceso de planificación participativo con la complicidad y activa colaboración de los residentes.
  3. Desarrollar acciones conjuntas entre todas las instituciones y empresas que operan en el destino, que incluya la activación de procesos de coinnovación y de comarketing.
  4. Implementar los ajustes estratégicos necesarios para huir de los efectos de suma 0.

Cooperación para recuperar turistas

En España comienzan a articularse estrategias de fuerte fundamento coopetitivo. Las asociaciones empresariales de agencias de viaje se alían en un proyecto común para impulsar este verano el turismo nacional, incentivando el intercambio de turistas entre territorios dentro del país.
El Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE) se ha puesto manos a la obra para diseñar protocolos de seguridad común para todo el país, que permitan recuperar el turismo desde tres frentes de trabajo: turistas, residentes y trabajadores del sector.
La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, ha propuesto a sus homólogos de los países del G20 la adopción de medidas similares. Países y regiones en principio competidoras entre sí, se unen para desarrollar un turismo libre de COVID-19, o Destino COVID Free.
Así, del “Tourist, go home” y el “Tourist, stay home” los destinos europeos solo podrán salir adelante con el “Tourist stay safe… like at home”.The Conversation
Rosa M. Batista Canino, Vicerrectora de Empresa, Emprendimiento y Empleo. Profesora de Organización de Empresas. Miembro del Instituto de Turismo y Desarrollo Económico Sostenible de la ULPGC, Universidad De Las Palmas de Gran Canaria y Adriana Fumi Chim Miki, Profesora y Coordinadora Administrativa de la Facultad de Administración y Contabilidad, y Coordinadora del Programa de Posgrado en Gestión en UFCG/ Brasil, Universidade Federal de Campina Grande - UFCG
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.