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viernes, 9 de mayo de 2025

¿Qué es el farmwashing en el café de especialidad?

Alimentación

¿Qué es el farmwashing en el café de especialidad?
  • El farmwashing (lavado de fincas) desenmascara las falsas afirmaciones de los supermercados que promocionan productos como frescos o que benefician a los agricultores
  • En el café de especialidad, algunos se benefician de las historias de los caficultores, mientras les pagan salarios injustos
  • Los consumidores jóvenes no son ingenuos: el 80 % se replantea sus compras si hay malas críticas en redes sociales

Los supermercados de todo el mundo están aprovechando las poderosas imágenes y narrativas de los pequeños agricultores para explotar el creciente apetito de los consumidores por productos locales y de pequeña escala. Aunque este tipo de marketing puede resultar engañoso.

La expresión farmwhasing ha surgido para cuestionar estas prácticas. Denuncia las estrategias de marketing que presentan falsamente los productos como frescos o que apoyan a los pequeños agricultores. A medida que este problema cobra fuerza, los productores alzan la voz para exigir mayor transparencia y responsabilidad a los principales supermercados.

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Trabajador de finca de café

Una narrativa que no suele responder a la realidad

“La popularidad de los mercados de agricultores, los restaurantes ‘de la finca a la mesa’ y las ofertas de comercio directo demuestran que los consumidores valoran saber de dónde proceden sus alimentos y quién los ha cultivado”, explica la Dra. Janina Grabs, profesora adjunta de empresa y sociedad

Chefs de renombre como Gordon Ramsay llevan años promoviendo los restaurantes locales y destacando el valor de los productos de calidad de origen local, una iniciativa que beneficia a productores, restaurantes y consumidores. A pesar de eso, no todos comparten esta ética. Algunos supermercados han sido acusados de aprovecharse de las historias de los agricultores para engañar a los consumidores.

La finca orgánica Riverford, con sede en Reino Unido, se ha posicionado en contra de esta práctica acusando a los principales minoristas de emplear tácticas engañosas como el uso de marcas ficticias, etiquetas de bienestar imprecisas o el empleo estratégico de la bandera Union Jack para disfrazar como locales los productos importados. 

Estas tácticas, a menudo denominadas farmwashing, erosionan la confianza no solo en los supermercados, sino en todo el sistema alimentario.

A través de su campaña pública S.T.O.P. Farmwashing, Riverford pone de relieve las graves consecuencias de esta práctica: consumidores desinformados, precios bajos para los productores locales y cadenas de suministro opacas que facilitan el fraude y los daños al medioambiente. 

Su encuesta refleja la creciente frustración de los consumidores. El 74 % de los compradores exige mayor transparencia sobre el origen de los alimentos. A su vez, el 67 % expresa desconfianza al descubrir publicidad engañosa. 

Por su parte, una audaz carta escrita por agricultores a los supermercados británicos incluía una sentida “petición de integridad”, señalando que el 67 % de los agricultores teme ser excluido de la lista si denuncian las prácticas desleales de los supermercados.

Los efectos son enormes

El impacto del farmwashing va más allá del mero engaño al consumidor. Socava la integridad de cadenas de valor al crear un ambiente de sospecha que daña la confianza entre todas las partes interesadas del sector. 

Además, margina aún más a las pequeñas fincas familiares, reduciendo su capacidad para competir.

El problema no se limita a los supermercados. El sector del café se enfrenta a retos similares, ya que se utilizan valiosas imágenes y relatos de las fincas para promocionar las marcas de café, a menudo sin una compensación justa ni el reconocimiento de los caficultores que hay detrás de esas historias. 

El farmwashing, en todas sus formas, rebaja la autenticidad de estas industrias. Por eso, la transparencia y la responsabilidad son cruciales para restablecer la confianza de los consumidores y proteger a los productores.

Bolsas de café tostado

Café de especialidad, microlotes y el auge de las historias de fincas

En el café de especialidad, el auge de los microlotes y de las narrativas con nombre de fincas han transformado el sector. Se ha establecido una distinción marcada con el café comercial destinado al mercado masivo. 

Pioneros de la tercera ola como Intelligentsia, Counter Culture y Stumptown redefinieron el sector del café al dar prioridad a las relaciones directas con los caficultores, hacer hincapié en el abastecimiento sostenible y garantizar la trazabilidad de la calidad. Esto supuso un cambio significativo en la dependencia de los intermediarios tradicionales del café verde.

A medida que los pequeños y medianos tostadores buscaban cafés únicos y de alta calidad, surgió un movimiento paralelo entre los caficultores. Los productores empezaron a ofrecer microlotes distintivos, adaptados a la creciente demanda de los consumidores de café de origen ético y orientado a las relaciones. 

Esta sinergia entre tostadores y agricultores elevó la experiencia del café y fomentó una conexión más profunda entre el origen y la taza.

“Las empresas que se dedican al comercio directo y relacional del café suelen utilizar muy bien la narrativa para dar a conocer a los consumidores los agricultores con los que trabajan”, afirma Janina.

Las historias y las fotos tienen una capacidad única para conectar a los consumidores con los productores, forjando un vínculo emocional y estratégico. En el café de especialidad, contar historias es una baza poderosa. No solo impulsa primas más altas para los cafés de origen único en comparación con las mezclas, sino que fomenta la lealtad a la marca.

“Contar historias ayuda a los agricultores a construir su propia identidad de marca. Diferencia sus productos en un mercado competitivo y garantizando que puedan conseguir precios justos”, afirma Paulo Vischi, fundador y director de estrategia de Beconsulting

Aunque como bien señala la campaña S.T.O.P. Farmwashing de Riverford, el mismo poder que hace valiosa la narración de historias la vuelve vulnerable a la explotación. 

El farmwashing en la industria de la especialidad

A pesar de la imagen ética del sector del café de especialidad, la práctica del farmwashing persiste. El uso indebido de fotos de los agricultores, la tergiversación de las prácticas de abastecimiento y el exceso de romanticismo en las relaciones con los productores reciben críticas frecuentes tanto de los conocedores del sector como de los consumidores, que exigen cada vez más transparencia y responsabilidad.

En un entorno en el que las afirmaciones éticas son fundamentales para generar confianza, las marcas deben asegurarse de que sus historias son auténticas, no solo para mantener su credibilidad, sino para apoyar verdaderamente a los agricultores cuyas narrativas utilizan para conectar con los consumidores.

“También, podemos encontrar muchos ejemplos de empresas que utilizan las historias de determinados agricultores para presentar una imagen sostenible. Contrariamente, la mayoría del café que utilizan se compra en los mercados principales sin ningún conocimiento o vínculo directo con quienes lo cultivan”, afirma Janina. 

“Por tanto, este tipo de narrativa puede hacer un mal uso de la historia de los agricultores individuales (si no se les compensa por su uso) y dar a los consumidores una imagen falsa del café que compran”.

¿Qué se compra realmente?

En su estudio sobre el sector vinícola sudafricano, el economista Stefano Ponte subraya cómo las marcas explotan la imaginería y el simbolismo de las regiones productoras de café. 

“Un café vendido bajo la marca Kilimanjaro en Japón capitaliza el valor simbólico de la montaña de África Oriental y su forma fácilmente reconocible”, dice el estudio. “Si bien el propietario de la marca se beneficia de tal valor simbólico, los caficultores no necesariamente lo consiguen. A menos que se establezca un sistema de protección de la indicación geográfica Kilimanjaro”.

El problema se agrava por la ausencia de normas internacionales para gestionar la propiedad intelectual y la identidad de los agricultores. En consecuencia, quedan expuestos a la explotación.

La “paradoja del café” hace que los productores sean valorados principalmente por suministrar materias primas. Mientras tanto, las empresas elaboran narrativas en torno a su café para incrementar su valor. Esta dinámica plantea un reto importante a los productores: encontrar formas de crear y controlar la narrativa en torno a su café.

Las empresas que no colaboran con los productores de café aun así obtienen beneficios cultivando la lealtad a la marca mediante el uso de sus historias. A menudo se posicionan como defensores de la autenticidad mientras cosechan los beneficios económicos. 

Esto refleja la difícil situación de los agricultores británicos en el debate sobre el farmwashing. Los productores no se atreven a denunciar las prácticas engañosas por miedo a ser excluidos de la lista de compradores.

Recolectores de café

Transparencia y futuro del marketing ético

Con la creciente presión de las regulaciones gubernamentales y la mayor conciencia crítica de los consumidores, el sector del café empieza a sentir el impulso hacia una mayor responsabilidad. 

Iniciativas normativas como la Ley de Diligencia Debida en la Cadena de Suministro de la Unión Europea y el Reglamento de Deforestación (EUDR) imponen requisitos de trazabilidad más estrictos en todas las cadenas de suministro, señalando un cambio hacia prácticas más transparentes y responsables.

“Hay quien dice que la necesidad de georreferenciación introducida por la EUDR podría reforzar la capacidad de los agricultores para rastrear el destino de su café. Así, sería posible aprovechar esta transparencia para sus propios fines, incluida la propiedad de su marca”, afirma Janina.

“Un primer paso, aunque sea a nivel regional, son las indicaciones geográficas (IG). Con ellas los productores pueden proteger la imagen vinculada al origen de determinados productos”. 

Programas como el de indicaciones geográficas de Brasil, por ejemplo, pueden ayudar a proteger y promocionar a los productores de café. 

“Las IG ayudan a garantizar que solo el café, o cualquier producto agrícola, cultivado en una determinada región pueda comercializarse con el nombre de esa región”, dice Paulo. “El café Cerrado Mineiro está protegido como IG Denominación de Origen. Esto significa que solo puede etiquetarse como tal si se cultiva en la región de Cerrado Mineiro, Brasil”. 

El programa de Cerrado tiene la opción de incluir un código QR que los consumidores pueden escanear para ver los detalles sobre la procedencia del café.

A medida que las empresas cafeteras y los agricultores se unen, surgen nuevas soluciones basadas en el mercado, como el proyecto de narración de historias de la Universidad de Emory, donde los caficultores conservan la propiedad de sus relatos. 

Posibles formas de enfrentar esta problemática

Más allá de estos esfuerzos, las normas éticas del sector para la narración de historias podrían abordar la propiedad intelectual de los agricultores. Así, garantizarían que sus historias se utilicen con consentimiento y compensación. 

“En mi opinión, la trazabilidad y la transparencia son una condición necesaria, pero no suficiente, para que se produzca este cambio”, afirma Janina.

Para protegerse contra el farmwashing puede ser beneficioso que los agricultores se organicen en cooperativas o colectivos para hacer valer su fuerza y capacidad de negociación. 

“Pueden proteger sus historias formando alianzas sólidas con empresas que respeten sus orígenes y utilizando herramientas digitales como blockchain para la trazabilidad”, dice Paolo. 

“Además, las cooperativas pueden ayudar a amplificar su historia colectiva y garantizar que los beneficios se compartan de manera justa”.

Para las marcas, las relaciones transparentes con los productores no son solo éticas, sino estratégicas. En todo el mundo, la ciudadanía deposita su mayor confianza en la sociedad cuando el gobierno y las empresas colaboran para resolver problemas complejos.

Los consumidores actuales, especialmente la generación Z, exigen autenticidad y responsabilidad. Según un informe de Ogilvy, el 40 % de la generación Z está dispuesta a boicotear una marca, frente a un simple 16 % de los millennials. Además, el 80 % de los jóvenes ha admitido reconsiderar una compra tras encontrarse con noticias negativas en redes sociales. 

Son más propensos que cualquier otro grupo demográfico a abandonar marcas que hacen afirmaciones falsas, esgrimiendo su poder adquisitivo como herramienta de reforma.

Selección de café con malla

Conclusiones finales

Lo que Farms against Farmwashing revela al sector de los cafés de especialidad es que los consumidores esperan que las marcas cumplan sus promesas y se abstengan de eslóganes vacíos. Asimismo, destaca que la unión entre agricultores y consumidores permite exigir responsabilidades a las grandes marcas, ya sea haciendo valer sus derechos o eligiendo qué productos compran.

La futura lealtad a las marcas dependerá de su voluntad para adoptar un esfuerzo colaborativo en transparencia y autenticidad, especialmente en el relato de sus historias.

Fuente: Perfect Daily Green

jueves, 27 de junio de 2024

Las guerras del aceite de oliva

Álvaro Merino 

La recogida de la aceituna

Italia convenció al mundo de que era el rey del oro líquido vendiendo aceite español, pero ahora España se ha adueñado del 'made in Italy'.


“Habría sido más lógico que algún español se fuera a Italia a vender y no que un italiano viniera para acá”.


Con camisa de flores y gafas de pasta, Leonardo D’Errico, un italiano afincado en España desde los noventa, repasa su trayectoria rodeado de muestras de aceite y cornamentas que decoran las paredes de su oficina en Torredonjimeno (Jaén). Su historia es también la del comercio de aceite de oliva: la de una poderosa industria italiana que construyó un imperio basado en la producción masiva de España pero que ha visto cómo su vecino despertaba hasta hacerse con los mandos de la exportación mundial.


Él es un corredor de aceite, un intermediario que pone en contacto a comercializadores con almazaras. Italia siempre ha necesitado aceite para exportar, y a España, que en condiciones normales produce cerca de la mitad del aceite de oliva del mundo, le sobra. Ese desequilibrio ha dado lugar a una relación de dependencia por la cual Italia compra grandes cantidades de aceite español, lo envasa con marcas propias y vuelve a venderlo a mayor precio. Y no es un flujo menor: al menos desde los noventa Italia ha sido el destino de cerca de la mitad de las exportaciones españolas, que revende en su inmensa mayoría.


Pero este modelo de negocio se está quedando obsoleto: “Nuestro trabajo ha empezado a disminuir porque los grandes grupos españoles tienen relación directa con los productores”, cuenta D’Errico. En 2023, Italia acaparó solo el 22% de las ventas de aceite de oliva de España, una cifra impensable hace una década, cuando suponía aún el 47%. La cadena comercial se ha acortado y la venta barata a granel vía Italia está dando paso al aceite envasado, la calidad y el valor.


Y a pesar de ello, el sector aceitero español sigue hablando italiano. El oro líquido de Andalucía inunda los mercados internacionales, sí, pero con nombres como Pompeian, Carapelli o Bertolli. El “made in Italy”, advierte Leonardo D’Errico, “es intocable”.




El intermediario de aceite italiano, Leonardo D’Errico, en su despacho de Torredonjimeno (Jaén)


“El que pega primero pega dos veces”


Con 283 millones de olivos, España domina el mercado global del aceite de oliva: en la campaña 2021/22, la última antes de que la sequía tumbara su cosecha, produjo el 44% del aceite del mundo y acaparó el 59% de las ventas internacionales, según datos del Consejo Oleícola Internacional. Italia, mientras tanto, apenas produjo el 10% y exportó el 20%, aunque con un matiz: sus ventas, pese a ser en su inmensa mayoría de aceite español, fueron un 41% más caras, de acuerdo con Eurostat. La marca España hace aguas frente a la italiana.



Producción y consumo de aceite de oliva en la campaña 2021/22 | Fuente: Consejo Oleícola Internacional (2024)


La marca española Carbonell se dio de bruces contra esa realidad a principios de los 2000: aterrizó en Estados Unidos de la mano del grupo Deoleo —entonces llamado SOS y con sede en Córdoba— y se lanzó a la conquista de un mercado en claro ascenso pero monopolizado entonces por Italia. No funcionó. Para los estadounidenses, al igual que para muchos europeos, el aceite es un producto italiano.


Las razones son históricas. En palabras de Teresa Pérez, gerente de la Interprofesional del Aceite de Oliva Español, “España estaba muy bien posicionada antes de la Segunda Guerra Mundial y la dictadura, pero se cerró como mercado y la inmigración italiana hizo de embajadora del aceite de oliva”. El aislamiento español coincidió además con la creación de la Comunidad Económica Europea (CEE), que en 1957 liberalizó el comercio entre sus miembros y subvencionó la producción agraria, incluidos los olivares italianos. España mientras tanto tenía que pagar aranceles para exportar a Europa.


“El que pega primero pega dos veces”, resume Rafael Pico, director general de la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador del Aceite de Oliva (ASOLIVA), una frase que resuena en los despachos de todo el sector. Italia llegó antes y colonizó los mercados internacionales.


Pero su producción está estancada desde los años noventa y apenas le da para cubrir su demanda interna, así que se ve obligada a acudir a la cuenca mediterránea para abastecer a su industria exportadora, que ha triplicado sus ventas en las tres últimas décadas. España es el origen de hasta el 90% de sus importaciones, junto con otras compras en Grecia, Túnez, Portugal, Turquía o Siria.


La reexportación italiana de aceite español llega en formatos como este a los supermercados de todo el mundo.



Con más de 150 años de historia, Filippo Berio es una de las principales marcas de Italia

 

Esta es una de las botellas con las que vende su aceite en los mercados internacionales. A primera vista, parece un producto 100% italiano. Pero en su parte trasera, matiza su origen: «Envasado en Italia con aceites de oliva virgen extra seleccionados de Grecia, Italia, Portugal, España y Túnez».




Este es otro ejemplo, de la marca Colavita, que en su página web presume de ser «sinónimo de excelencia made in Italy en más de setenta países». Esta botella, sin embargo, «contiene aceite de uno más de estos países: Italia, Grecia, Portugal o España«: Sin obligación de concretar los orígenes, otras fórmulas empleadas por las marcas italianas son «aceites mediterráneos» o «europeos».


Mientras Italia se estancaba, la producción española se ha triplicado desde los noventa. La entrada en la CEE en 1986 impulsó la modernización y competitividad de sus olivares gracias a las ayudas de la Política Agraria Común pero también a la apuesta por el cultivo intensivo y de regadío. La consecuencia es que, si antes en España se regaban menos de 100.000 hectáreas de olivar, en 2023 eran ya casi 900.000. La provincia de Jaén ya produce más, por si sola, que Italia entera.



Olivos en España | Fuente: Corine Land Cover (2018)


“España ha hecho una gran labor agronómica e Italia, comercializadora. Nos hemos dedicado a producir barato, a mecanizar grandes extensiones y al regadío”, cuenta Rafael Gutiérrez, director de operaciones de graneles de la cooperativa Dcoop, el primer productor de aceite de oliva del mundo. Con sede en Antequera (Málaga), su compañía exporta cerca de la mitad de lo que produce, principalmente a granel a Italia. Pero Gutiérrez avisa: “Hay nombres italianos, no marcas italianas”.


La propia Dcoop es un ejemplo: ha pasado de ser solo un proveedor de aceite a granel a competir por su comercialización en el extranjero. Para ello ha italianizado sus ventas con Pompeian, marca fundada por emigrantes italianos en 1906 en Baltimore: Dcoop se asoció con ellos en 2015 para vender aceite andaluz en Estados Unidos con su sello y ha acabado convirtiéndose en la marca líder con una cuota de mercado del 20%. “Pompeian se dio cuenta de que necesitaba el respaldo de los productores y ahora presume de tener detrás a 75.000 agricultores en Andalucía. No es solo un intermediario italiano que compra por todo el mundo, y ese discurso ha calado en América”, explica su responsable de ventas a granel.



            Muestras de aceite (izquierda) y bodegas de almacenamiento (derecha) de la cooperativa Dcoop, en Antequera


Algo parecido hizo Deoleo, el mayor comercializador de aceite de oliva del mundo, que mantiene su sede social en España aunque pertenece al fondo de inversión británico CVC Capital Partners desde 2014. Tras el fiasco de Carbonell, cambiaron de estrategia y tiraron de talonario para comprar las marcas italianas Minerva (2005), Friol (2006) y Bertoli (2008). Fruto de esas adquisiciones, aceite producido en Córdoba se comercializa en todo el mundo con nombres como Bertolli, Carapelli o Sasso sin pasar siquiera por Italia.


Para Rafael Pérez, director de calidad de Deoleo, su grupo le ha dado “la vuelta a la tortilla”: “Compramos entre el 70-90% de nuestro aceite en España, lo embotellamos con marcas italianas y lo distribuimos al resto del mundo”. De esta manera, España ha pasado a controlar los pilares de la comercialización italiana y ha aprovechado su tirón comercial para vender más, aunque sea a costa de las propias marcas españolas.


Gracias a esa reconversión, España es desde 2014 el líder indiscutible del comercio de aceite fuera de Europa y desde 2016 en Estados Unidos, que ya es el segundo mayor importador del mundo y pronto se convertirá en el primer consumidor, superando a Italia y España. En México y Asia, mercados emergentes en los que ha competido en igualdad de condiciones con Italia, España prácticamente monopoliza las ventas, mientras que por empresas Deoleo (Córdoba), Dcoop (Málaga), Sovena (Sevilla), Migasa (Sevilla) y Acesur (Jaén) son los grandes protagonistas de la exportación de aceite español.




“Esto no se consigue de la noche a la mañana: todo el beneficio del sector español se ha invertido en tener más plantaciones de olivo, mejores industrias y mayor distribución en los mercados. Has sabido invertir, cosa que el italiano no”, argumenta Rafael Pico, director general de ASOLIVA.


A pesar de ello, Italia sigue siendo el destino de una cuarta parte de las exportaciones españolas, algo de lo que Pico culpa a los agricultores y las cooperativas: “La filosofía de la industria es futuro, margen y marca para crear una cadena de valor para todo el sector, pero a los agricultores y a las cooperativas les da igual, solo piensan en el hoy”.


Cristóbal Cano, responsable de aceite de oliva de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos, discrepa. Cano defiende a los agricultores aludiendo a que son los italianos los que vienen a comprar a las almazaras y hacen uso de su “posición de poder” para fijar el precio. Y contraataca: “Es la industria la que piensa en el corto plazo cuando se aprovecha de las marcas italianas sin buscar un cambio que beneficie más a nuestro país”.


La commoditización del aceite


Con 1.842 almazaras y cerca de 400.000 olivicultores, la atomización del sector ha sido una de las grandes piedras en el zapato de la industria española. En el extremo opuesto de la cadena, eso sí, las grandes superficies como Mercadona acaparan tres cuartas partes de las ventas y poseen una gran capacidad de influencia en la fijación de precios en origen.



El mar de olivos de Jaén | Foto: Wikimedia


El tejido productivo cuenta con una fuerte presencia de cooperativas, que aglutinan alrededor del 70% de la producción, pero la cadena pierde densidad en su parte intermedia, la de la comercialización. Justo lo contrario que Italia. Por eso, para dar salida a una producción que suele triplicar el consumo nacional, España se ve obligada a recurrir a la venta a granel, que representa en torno a dos tercios de las exportaciones.


“Ver el negocio por la parte de la producción es un problema, porque cuando hay mucha no sabes qué hacer, y entonces la regalas”, opina Rafael Pérez, de Deoleo. Otros, sin embargo, celebran “la suerte de tener un mercado deficitario» como el italiano que cubre la necesidad de venta de España, como el director gerente de la cooperativa sevillana Oleoestepa, Álvaro Olavarría. Con todo, Olavarría prefiere diversificar su negocio: “El granel es una commodity, depender en exclusiva de él es ponerte a los pies de los caballos”.


Oleoestepa, que cuenta con 7.000 socios y solo trabaja con aceite de oliva virgen extra, ha priorizado este año su negocio de envasado —más rentable— sobre el de granel por la falta de aceituna, así que las ventas a Italia han sido insignificantes. Pero su director gerente lo deja claro: “Si la climatología acompaña, iremos a los mercados internacionales a granel como el italiano”.



Evolución de las exportaciones totales y a Italia de España | Fuente: Eurostat


La apuesta por la calidad y la marca propia es replicada por Aires de Jaén, que exporta entre el 60 y el 70% de su cosecha desde Jabalquinto, solo en formatos envasados. Para Ichun Lin, responsable de exportación de la empresa jienense, “tu negocio vale lo que vale tu marca”, por lo que es importante “dar razones para que te elijan y contar una historia detrás del producto”. “Si mueres en el granel, no aportas valor. Hay que apostar por el producto envasado igual que hizo Italia hace cincuenta años”, sostiene Lin.


Pero la batalla por la calidad no se está decantando del lado español, como demuestra la diferencia de precios o el número de denominaciones de origen: Italia tiene doce más que España. La variedad picual es la más común en España y también la más premiada del mundo, pero si se recolecta más allá del mes de octubre adquiere un sabor que no suele gustar en el extranjero. Y en España, muchos agricultores dejan madurar la aceituna en el árbol en búsqueda de un mayor rendimiento.


“El aceite español hay que corregirlo con otros más dulces. En Italia se suele decir que sabe a pipí de gato, prefieren comprar en Grecia”, cuenta el intermediario Leonardo D’Errico, que acusa al productor español de anteponer “kilos” a calidad. En la misma línea se pronuncia Deoleo: “La calidad media de Argentina y Chile es superior a la de España, por no hablar de la de Italia. Nos falta dar un paso en calidad, no podemos perder este tren”.




Pendientes del cielo


Desde 1990, el consumo de aceite de oliva se ha duplicado en todo el mundo. Pese a ello, el oro líquido aún representa apenas el 1% del consumo doméstico global de aceites vegetales, dominado por los de palma, soja, colza y girasol. El margen de crecimiento por lo tanto es enorme.


La preocupación ahora es la oferta, en opinión de Jaime Lillo, director ejecutivo del Consejo Oleícola Internacional. El olivo necesita menos agua que la mayoría de cultivos, pero “la gran pregunta es cómo se va a adaptar la cuenca mediterránea al cambio climático”. Con lluvias cada vez más escasas y errantes, el acceso al agua será clave para la competitividad de los olivares, especialmente en España, el país europeo con mayor porcentaje de territorio en riesgo de desertificación, el 74%. Mientras, el 31% de sus explotaciones son ya de regadío y los olivares siguen extendiéndose por la ribera del Guadalquivir.


El potencial de producción de aceite de oliva en España es de 2,2 millones de toneladas, si se tiene en cuenta el aumento de las plantaciones desde el pico productivo de la campaña 2018/19, cuando se rozaron 1,8 millones. A pesar de ello, no todos ven con buenos ojos ese escenario. Para Dcoop, de hecho, “la época de vacas flacas vendrá cuando llueva”. Una cosecha récord tumbaría los precios de venta y obligaría a acudir al granel y la reexportación italiana.


Mientras, los agricultores italianos claman contra la «iberización» de su producción olivarera, que nada tiene que hacer frente al modelo «superintensivo y monovarietal» de España. Hace mucho tiempo que Italia perdió la batalla por los números, pero sigue siendo el rey del marketing y se ha aferrado a la calidad de su limitada cosecha. Las guerras del aceite se intensifican a medida que el negocio crece y los desafíos aumentan. De fondo, la marca España sigue al rebufo del made in Italy.


Este reportaje ha sido realizado en colaboración con la European Data Journalism Network (EDJNet), un consorcio periodístico internacional que cubre Europa y temas paneuropeos usando periodismo de datos.

miércoles, 5 de febrero de 2020

El fraude en el jamón ¿Es tan grande como parece?


Por Luis Domenech

Desde hace un tiempo a esta parte, no cesan de aparecer noticias en la prensa sobre fraudes en la comercialización del jamón, y esto afecta a casi todas las zonas del País productoras de este exquisito manjar.
Una única página del Diario digital Economía Digital nos da una idea del tamaño del problema por sus titulares, publicados a lo largo de los últimos años:


Y así hasta 78 titulares de noticias publicadas en este diario digital, que lo que nos muestra es la existencia de una profunda y extendida trama de fraude y corrupción en la que hay presencia de ganaderos, empresarios, intermediarios comercializadores, distribuidores, supermercados e hipermercados, e incluso el Gobierno, que mira para otro lado sabe solo Dios por que razón.

Consecuencia de todo ello es el enorme desprestigio que esta penetrando a todo el sector, y que terminará por causar grave daño a su economía, que es la de todos.

Uno va al supermercado y ve la oferta de jamones a 35 €/pieza y solo puede preguntarse como es posible ese precio, si hasta no hace mucho el jamón casi era considerado como un alimento de alto coste. Como se puede ver en los titulares previos, aparecen nombres de grandes empresas, empresas medianas y pequeñas, empresas que invierten fuertes cantidades de dinero en publicitarse  a través de todos los medios, incluida la TV, empresas como Navidul, Campofrío, El Pozo y otros, otras como Carrefour o Lidl que han aparecido citados en estas noticias, y que estas campañas se producen de manera mas intensa en las épocas de gran consumo, especialmente en la Navidad.

No solo por el daño que el fraude produce al bolsillo del consumidor, habría que cortar de raíz este engaño, sino por la propia salud de quien pudiera consumirlo, dada la circunstancia de que incluso llegan a poner en el mercado estos estafadores jamón que está podrido, piezas fuera de todo control sanitario.


Así que la puesta en el mercado de estos jamones, el hacer pasar por jamón de bellota a otro que no lo es y es de inferior calidad, o importando jamón polaco para venderlo como español, o la existencia de ofertas trampa en los super e hiper, y el hecho de que a los responsables de compra de estos últimos establecimientos les cuelen estos productos y no den la cara cuando se destapan estos fraudes, e incluso el Gobierno, que mira para otro lado en vez de hacer lo necesario para erradicar estas prácticas, es lo que nos lleva a desconfiar de la mayor parte del sector, NO DE TODO EL SECTOR, sino únicamente de su parte corrupta, pues afortunadamente aun queda quien prefiere cuidar el buen nombre de su empresa y de su producto antes de embolsarse unos euros mas a costa de sus consumidores.

Es una pena que todo un sector del que viven muchos miles de trabajadores del campo, de la distribución y de la comercialización, de todo el sector alimentario, se vea perjudicado por unos cuantos desaprensivos que se enriquecen a costa de los demás con engaños y fraudes al consumidor. El Estado debería tener un mayor control sobre estas actividades y legislar y reglamentar para erradicarlas de una vez por todas. ¿Será el nuevo Gobierno capaz de dar con esas medidas y ponerlas en práctica?

miércoles, 19 de junio de 2019

El fraude del aceite de oliva italiano en que solo la botella lo es.

PLANTEAMIENTO Y CRÉDITOS

España es el primer productor de aceite de oliva del mundo. Sin embargo es Italia el país que mas aceite de oliva vende en el mundo. ¿Como puede ser eso posible?

Pues el misterio lo desvela la siguiente historia, que relata como se produce uno de los mayores y mas escandalosos fraudes del comercio mundial, cuantificado en unos 5.000 millones de euros al año (3), todo bajo la atenta mirada de las Autoridades Italianas y Europeas que lo consienten, y con el silencio y la aquiescencia de las Españolas que no hacen nada por proteger el aceite proveniente de nuestros olivares.

La fuente del relato es una serie de ilustraciones de Nicholas Blechman, ilustrador y Director Artístico de The New York Times Book Rewiew, sobre los datos de Tom Mueller, responsable del Blog La Verdad sobre el aceite de oliva. La presentación viene en ingles, pero se traduce al castellano para su mejor comprensión. Pero antes del relato en si, vamos a dar unas cifras de procedencia oficial sobre el mercado mundial del aceite. Las imágenes son propiedad de Nicolás Guerrero, Ingeniero Técnico Agrícola.

LA TRAMA
  • España es el primer productor mundial de aceite, tanto por cantidad de aceite producido, como por superficie olivarera. El 95% del aceite producido en el mundo, lo es en los países de la Cuenca Mediterránea.
  • Sin embargo, es Italia la que encabeza la lista de los países exportadores de aceite, seguida por España con casi un 4% menos que la anterior.
  • Resulta que el primer destino del aceite de oliva español es la República Italiana, que aproximadamente se lleva a su país la mitad de nuestro aceite. Evidentemente ellos no se lo comen todo, pues son el tercer país consumidor en Kgs/cápita. Lo que hacen es re-envasarlo y venderlo como suyo. Y ahora si, vamos ya con el prometido relato. La historia pudiera comenzar en un puerto como el de Nápoles.
  • Muchos de los aceites vendidos como aceite de oliva Italiano no proceden de Italia, sino de países como España, Marruecos o Túnez.
  • Pocas horas después de haber sido recogidas las aceitunas, se llevan estas a un molino...
  • ...en donde se lavan, se trituran y se prensan.
  • El aceite extraído, se carga en un camión cisterna...
  • ...para después embarcarlo hacia Italia, el mayor importador de aceite de oliva del mundo.

EL NUDO
  • Mientras tanto, se desembarcan envíos de aceite de soja y otros aceites baratos que vienen etiquetados como aceite de oliva y que son introducidos de contrabando a través del mismo puerto.
  • En la refinería, el aceite de oliva se corta con los aceites baratos...
  • ...y se mezcla con beta-carotenos, para disfrazar su sabor, y con clorofila para colorearlo.
  • Las botellas son etiquetadas como "Virgen Extra" y marcadas con el mundialmente respetado "Made in Italy". (Extrañamente esto es legal, aún no proviniendo el aceite de Italia).
  • El "Aceite de Oliva" es distribuido por todo el mundo, a países como USA, donde aproximadamente el 69% del aceite de oliva que se vende está adulterado.

EL DESENLACE
  • Para luchar contra este fraude, hay un Cuerpo Especial de los Carabineros Italianos que está entrenado para detectar el aceite fraudulento. Como los test de laboratorio son fáciles de falsificar, utilizan un medio mas fiable como es la detección por el olor.
  • Los Oficiales de Policía hacen redadas regularmente en las refinerías, en un intento de controlar este negocio...
  • ...pero los productores - muchos de ellos tienen conexiones con el poder político - son raramente procesados.
  • Todo este fraude, sin embargo, ha provocado una caída en los precios del aceite de oliva, por lo que se han hecho daño a si mismos, provocando efectivamente su suicidio económico.

LA CRÍTICA

      Hasta aquí el relato de como se fragua este colosal fraude, que daña al Estado Italiano por el fraude fiscal que este proceder le causa, por la pérdida de prestigio y de fiabilidad de los productos Made in Italy, además del daño que produce a terceros países productores de aceite de oliva, primero por la adulteración que comete sobre estos, y después por tirar hacia abajo los precios del aceite lo que arruina a nuestros propios productores.
      Yo pienso que este asunto es de la suficiente gravedad como para que las autoridades españolas, italianas y europeas le pongan coto de una vez y acaben con este engaño, y que los países que importan aceite italiano que no lo es, persigan a sus importadores y denuncien a los exportadores. Me supongo que la Interpol está para resolver estas cuestiones también, y la OMC (Organización Mundial del Comercio) también.

      En lo que a los consumidores españoles se refiere, desconfiemos del aceite proveniente de Italia, pues puede que lo único que tenga de italiano sea la botella, eso si: muy bonita y de diseño, todo muy bien presentado y además muy caro. Como si de un perfume francés se tratara, pero con gran probabilidad de que haya sido adulterado.
      Nuestro aceite de oliva virgen extra si que es mucho mejor, sabe mejor, se comercializa muy bien presentado y a menor precio, pero sobre todo es nuestro. Protejamos nuestro aceite consumiéndolo, y exijamos que se imponga la trazabilidad en la comercialización de este producto.

Referencias: 1- http://www.ceigram.upm.es/Nicolás Guerrero. El Mercado Mundial del Aceite de 
Oliva. 2- http://www.nytimes.com/El Suicidio Virgen Extra. Nicholas Blechman. 3- Diario ABC. La Mafia Italiana del aceite de oliva. 4- Diario Levante. Las Trampas Italianas. 5- AEMO. Italianos, maestros del marketing, maestros de la confusión. 6- http://www.gastronomiaycia.com/2011/12/27/agromafia-la-mafia-del-aceite-de-oliva-en-italia/