miércoles, 19 de junio de 2019

A Gamela (Santiago de Compostela). Cocina casera de la de verdad


En el casco viejo de Santiago de Compostela, en un recoveco medio escondido del mismo, se ubica el Restaurante A Gamela. Lo regentan un matrimonio, ella en los fogones, el atendiendo barra y mesas, y con el buen tiempo, también  la terraza.


Para llegar a el hay que adentrarse en la Ruela de Sae se podes (Sal si puedes en castellano), y no es que sea cosa de valientes el ir a comer A Gamela, sino que para salir, hay que seguir el mismo camino que se utilizo para llegar, pues no hay otro.

El local es pequeño, y suele estar lleno, por lo que es mejor avisar de que se va.  Comedor y cocina comparten estancia, pero curiosamente no hay olores. Me acompaña mi hijo a comer. El lo conoce bien, pues ya ha estado numerosas veces, por lo que me dejo llevar por sus recomendaciones.

  • Los Setas Río Bravo,  que yo me empeño en citar como  Río Ulla que es el que tengo mas cerca de casa, son nuestro comienzo. El plato es macizo, pues a la carne y las setas se le añade una salsa de nata. Muy sabroso el comienzo.


  • El Plato de Calamares fritos de potera con que continuamos, nos da idea de la calidad de la fritura de esta casa, muy al estilo andaluz, las arandelas secas de aceite, calientes y crujiente el rebozado, la carne con una excelente textura. Unos calamares de 10.

  • Unas carrilleras de ternera con sus patatas fritas es el siguiente plato que compartimos. La carne supertierna, las patatas son de procedencia gallega, y estan muy bien fritas. El guiso está de desmayo.

  • Como aún había un hueco, nos decidimos a pedir un plato que consideran especialidad de la casa: el Solomillo Relleno, al que acompañan las patatas fritas y la salsa de nata de nuevo (La salsa del asado hubiera estado mejor).

Con Manuela y Manolo, dos personas entrañables.

Y como no, cerramos con un postre, pues yo siempre tengo que apuntillar la comida con algo dulce. Una pena no poder disfrutar de un buen postre casero salido de las manos de tan estupenda guisandera. El buen café hace las veces. El ambiente tranquilo, y la simpatía de esta pareja hacen el resto, y todo por un precio económico. Un abrazo desde La Buena Pitanza.

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